Koraj - mermelada rebelde, kugel de almendras, la sal de la vida

Esta parashá empieza con la confabulación de Koraj contra el liderazgo de Moshé y Aarón. El comentario en el Sidur Etz Hayim nos ayuda a entender este episodio de intrigas. La Mishná describe la controversia ilegítima (aquella que busca poder o ganancia personal, a diferencia de la que busca un bien superior) comparándola con "la disputa de Koraj y sus seguidores" [Avot 5:17]. Según el Rav Zvi Hirsh Kalischer, estaban unidos sólo por su oposición a Moshé y Aarón. Como muchos demagogos, se definían por lo que estaban en contra, y no por la visión de aquello que creen y representan.

Yeshayahu Leibowitz interpreta las palabras de la Torá (varios capítulos más adelante 26:11) "los hijos de Koraj ... no murieron" significando que existe gente como esta en cada generación. Por eso debemos esforzarnos y seguir generando y realizando milagros en el día día.

En la continuación de esta lectura, Koraj es castigado, no por rebelarse contra el liderazgo, sino por desafiar la autoridad y sabiduría de la Torá. Koraj y sus seguidores desafían el liderazgo de Moisés y Aarón y son tragados por la tierra y consumidos por el fuego.

Pero, interesantemente, las ollas de cobre que usaron para sus ofrendas, no desaparecen, sino que son usadas para recubrir el altar:
En cuanto a los incensarios de aquellos pecadores contra sus propias almas, háganse de ellos láminas para cubierta del altar (de cobre), porque los han presentado delante del Eterno y se tornaron sagrados; para que sirvan por señal a los hijos de Israel. (Números 17:3)
Parece extraño que sean reusadas en un lugar tan sagrado. Me gusta la explicación que da el Rav Kook recogida en el jumash Etz Hayim. Kook nos enseña que la santidad de las ollas de los rebeldes, simboliza el necesario rol que juegan los escépticos y agnósticos, para poder mantener a la religión honesta y saludable. Los desafíos a la tradición son necesarios como recordatorios permanentes del peligro que corre la religión en caer en corrupción y complacencia. Recubriendo el altar con las ollas de los rebeldes es una forma de recordarnos que la tradición necesita cambios.

Los recipientes de cobre se han usado tradicionalmente para hacer mermeladas porque son muy buenos conductores de calor. En casa no tenemos olla de cobre, pero sí cada año hacemos un montón de frascos de mermelada de frutilla. Dan y David se encargan de comprar y limpiar unos 5 o más kilos de frutilla y dedicamos un día para atrapar el color y aroma de las mejores frutillas del año.

Esta es una mermelada un poco “rebelde” – se cocina en muy poco tiempo y así obtenemos un rojo fuerte y brillante.
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En la Torá las almendras aparecen citadas en varios momentos: Yaacov las envía como regalo a Egipto (Bereshit 43:11), en la descripción de la Menorá (Éxodo 25:33-34), y esta semana en la vara de Aarón que brota y da almendras (Bamidbar 17:23).

Luego que la tierra se traga a Koraj y sus seguidores (por cuestionar la autoridad de Moshé y Aarón), Dios usa un método dramático para mostrar quien es elegido como líder. Moshé toma una vara de cada uno de los 12 jefes de las tribus, las cuales son depositadas en el Tabernáculo. La vara del hombre elegido será la que brote.
Y sucedió que al día siguiente entró Moisés en la tienda del testimonio, y he aquí que había florecido la vara de Aarón, la de la casa de Leví, y dio flor y dio brotes y dio almendras. (Números/Bamidbar 17:23)
Rabbi Michal Shekel comenta sobre la palabra usada para describir los brotes de almendra en esta parashá: “vayatsets tzitz”. Esto nos lleva al final de la parashá de la semana pasada, que finaliza con la mitzvá de tzitzit (el mandamiento de atarlos en los extremos de las ropas de cuatro puntas) para recordarnos que somos sagrados ante el Creador. Cada judío individual y el Alto Sacerdote usan símbolos similares de santidad. Los tzitzit brotan de nuestras vestiduras como brotes de almendros. Al principio de la parashá, Koraj declara que toda la comunidad es sagrada y Moisés le reclama que será el Creador quien decida quién es sagrado. En realidad Koraj protesta por lo que ya tiene. Si hubiera prestado atención a la parashá anterior, habría entendido que todos tenemos el potencial de ser elegidos.

Los tzitzit son un recordatorio de lo que somos y el potencial que tenemos: ¡Somos como brotes de almendro!

Y lo recordamos con una rica combinación de flores, brotes y almendras.
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El texto continúa con una descripción de los derechos de los sacerdotes y sus ofrendas. Casi al final leemos:
alianza perpetua como la de la sal será para siempre ante el Eterno (Números/Bamidbar 18:19)
En la antigüedad la sal era la mejor forma para conservar la comida contra el deterioro y por lo tanto era un símbolo de algo permanente e incorruptible. Los pactos se sellaban con sal, una práctica que continúa hasta el día de hoy en las comunidades árabes. La sal siempre fue abundante en Israel gracias al Mar Muerto (llamado en hebreo el “Mar de la Sal”). Se usaba en los sacrificios del Templo, como protección contra el mal en rituales de matrimonio, nacimiento y fallecimiento.

Hoy en día sigue siendo una parte importante de nuestros rituales: para retirar la sangre de la carne Kasher, como símbolo de las lágrimas de los esclavos en la mesa del Séder, junto a la jalá en la mesa de Shabat y festividades, en el nuevo hogar como símbolo de permanencia y bendiciones.

¡Y la encontramos en la sal de la vida!

Pollo a la sal con verduras
Esta forma de preparar el pollo es muy práctica porque la sal absorbe toda la grasa del pollo. La sal gruesa no penetra en la carne del pollo por lo que no queda para nada salado.

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